A medida que se acerca la posibilidad de volver a trabajar en las oficinas, volvemos a sentir el peso de dejar a nuestros hijos, en esta época de virus, pandemia y aislamiento este sentimiento se vuelve más agudo, más intenso. Estamos en un momento de la historia en donde el miedo y la culpa como padres hacen parte de nuestro día a día, sentimos que no tenemos tiempo, que estamos agobiados, cansados y que nuestro tiempo cada vez es mas escaso, a pesar de lo anterior el haber compartido el mismo espacio con nuestros hijos y estar físicamente con ellos, instintivamente reafirma nuestro sentido de protección y cuidado, situación que nos genera sentimientos encontrados, por un lado la seguridad de continuar con nuestra vida laboral y profesional situación que nos da tranquilidad y la angustia y en cierta manera el duelo de dejar a nuestros niños en este momento y después de haber compartido mucho tiempo al lado de ellos.
Los sentimientos y emociones están inmersos en nosotros, son naturales y necesario experimentarlos; también es importante regularlos y recordar que en el transcurso de nuestras vidas hemos adquirido estrategias y herramientas para gestionar nuestros sentimientos, ahora bien, si tenemos la gran responsabilidad de ser padres, nuestro deber es brindarles herramientas y estrategias a nuestros hijos para que a medida que crezcan sean capaces de gestionar los de ellos. Varios estudios nos recuerdan que los niños aprenden a través del ejemplo y de nuestro modelo de comportamientos y este es el momento de aprovechar y ver en nuestros hijos los resultados de estos estudios.
Esta coyuntura mundial debe ser vista como una gran oportunidad y el volver a nuestros lugares de trabajo nos debería permitir enseñarles a nuestros hijos mayor independencia y autonomía no solo física (bañarse solos, vestirse solos, comer solos, ir al baño solos, arreglar sus cuartos, sus juguetes, cumplir con sus deberes académicos) si no también independencia emocional (sentirse tranquilo de estar en espacios solos, desvincularse de nosotros, buscar espacios de la casa que les permitan apartarse para sentir las emociones; estos espacios deben estar seleccionados, decorados y construidos por los niños).
La autonomía emocional permite que los niños sientan que son capaces de tener espacios separados a nosotros, siempre pensando desde la capacidad que ellos tienen y recordando que eso les aumenta su nivel de autoestima y sus capacidades de confianza en ellos mismos.
Autora: Laura Moreno
Psicologa Educativa – Socio Fundadora de Hilos de Colores.
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