Por Katia Cuellar & Alem Melinao González
Hace algunos años, cumplir 80 significaba “estar en retiro definitivo”. Hoy, sin embargo, escuchamos historias distintas: «Mi padre tiene 82 años, y todavía se levanta cada mañana para ir a su oficina. No lo hace solo por necesidad, lo hace porque siente que sigue aportando.»
Lejos de ser una rareza, este testimonio refleja un fenómeno que crece en todo el mundo. Según Korn Ferry, en Estados Unidos más de medio millón de personas mayores de 80 años sigue trabajando, una cifra que se ha duplicado desde los años noventa. Y la tendencia es clara: para 2030 representarán casi el 12 % de la fuerza laboral, frente al 9 % en 2020.
La longevidad, como señala Mercer, ya no es excepción: es la norma. Hoy vivimos hasta 20 años más que nuestros abuelos, lo que plantea una pregunta urgente para líderes y organizaciones: 👉 ¿Qué significa vivir más para el trabajo, la salud y las finanzas?

El nuevo escenario demográfico
- Actualmente, 1 de cada 11 personas en el mundo tiene más de 65 años. Para 2050 será 1 de cada 6.
- El riesgo de “sobrevivir” a los ahorros es real: muchas personas agotan sus fondos de jubilación en solo 8 a 20 años, con especial impacto en mujeres, quienes enfrentan una brecha de género en pensiones del 26 %.
- Solo 1 de cada 3 adultos posee competencias financieras sólidas, lo que agrava la vulnerabilidad.
- Mientras tanto, cerca del 20 % de los mayores de 55 años quiere seguir trabajando, aunque no siempre encuentra oportunidades.
La presión sobre los sistemas de salud, pensiones y cuidado social es evidente. Algunos países responden aumentando la edad de jubilación, pero muchas organizaciones aún no están listas para integrar a trabajadores sénior de manera inclusiva y productiva.

¿Por qué las personas siguen trabajando más allá de los 60, 70 e incluso los 80?
Las motivaciones son diversas:
- Necesidad financiera: complementar ingresos para cubrir gastos básicos.
- Propósito y conexión: mantenerse activos, útiles y vinculados socialmente.
- Valor de la experiencia: industrias como la consultoría, el retail o los servicios reconocen que su conocimiento es un activo estratégico.
Seguir trabajando en etapas más avanzadas de la vida ya no es una excepción, sino un reflejo de nuestra mayor longevidad. Y aquí surge la verdadera pregunta para las organizaciones: ¿cómo transformar esa permanencia en una fuente de innovación, aprendizaje y resiliencia colectiva?
En Kite Group creemos que el desafío no está solo en incluir a los trabajadores sénior, sino en diseñar culturas intergeneracionales donde cada edad tenga espacio para aportar, crecer y dejar huella.

Oportunidades y dilemas para las organizaciones
La longevidad cambia las reglas del juego. Para las empresas, representa tanto un reto como una ventaja competitiva:
- Modelos laborales flexibles: jubilación gradual, esquemas híbridos y economía gig (mercado laboral flexible y bajo demanda, caracterizado por empleos de corto plazo y pagados por tarea, donde los trabajadores independientes (o «gig workers») realizan proyectos específicos coordinados a través de plataformas digitales).
- Resiliencia financiera y educación: acompañar a los equipos en la planificación de sus recursos.
- Salud y prevención: fomentar entornos que apoyen el envejecimiento saludable.
- Aprendizaje permanente: rediseñar puestos y facilitar la actualización continua.
- Transferencia de conocimiento: capitalizar la sabiduría de los trabajadores sénior.
- Cultura inclusiva: evitar cuellos de botella que frenen el desarrollo de talento emergente.
Empresas líderes ya están actuando
Diversos estudios —como los publicados por Mercer— muestran que las compañías con mejores resultados financieros están dando pasos concretos frente a la longevidad:
- Retienen el talento con experiencia en lugar de dejarlo ir.
- Analizan la composición etaria de sus equipos para anticipar brechas.
- Promueven activamente equipos multigeneracionales.
- Ajustan políticas internas para evitar la discriminación por edad.
Estos hallazgos refuerzan una verdad clave: integrar de manera estratégica a los trabajadores mayores no es solo un compromiso social, es también una decisión de negocio inteligente y sostenible.
En Kite Group creemos que la diferencia está en cómo se aterrizan estos aprendizajes: no basta con reconocer la longevidad, hay que diseñar culturas laborales que conviertan la diversidad etaria en innovación, colaboración y resiliencia organizacional. El futuro es intergeneracional

Detrás de cada persona que sigue trabajando después de los 60, 70 o incluso los 80, hay una historia que nos recuerda algo esencial: el talento, la motivación y la capacidad de aprender no tienen fecha de vencimiento.
El verdadero reto —y también la gran oportunidad— está en diseñar culturas laborales donde distintas generaciones convivan, colaboren y creen valor juntas. Donde la experiencia de unos y la energía de otros se potencien mutuamente, construyendo equipos más completos y resilientes.
Porque la longevidad no debería ser vista como un riesgo para el trabajo, la salud o las finanzas, sino como una oportunidad para repensar cómo trabajamos, cómo cuidamos y cómo planificamos el futuro.
En Kite Group creemos que este es un momento para abrir la conversación: ¿Cómo podemos transformar la longevidad en un motor de innovación y bienestar organizacional? Las organizaciones que se atrevan a responder hoy estarán mejor preparadas para liderar el mañana.